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Mantenimiento de plantas de acuario

Mantener un acuario tal y como los que pueden verse en los concursos no es una tarea fácil. A parte del mantenimiento estable de las condiciones del agua, un abonado regular pero no excesivo ni que provoque carencias, y la renovación puntual de las luminarias, es necesario llevar a cabo un trabajo más o menos continuo de poda, replantación y substitución de algunos ejemplares. En este sentido cabe decir que no se puede esperar que el acuario siempre se mantenga en su estado más fotogénico, ya que hay que contemplar a las plantas como los seres vivos que son y que por lo tanto están sujetas a una serie de ciclos  que no siempre es posible controlar. Por otra parte, hay pocos aficionados a las plantas acuáticas que quieran mantener un acuario tipo cuadro estático, ya que siempre se busca incorporar alguna nueva especie, sustituir a otra o modificar en algo la decoración. Cabe mencionar además que los acuarios de concurso suelen tener el aspecto con el que aparecen en las fotografías en un momento concreto y que ni una semana antes o una después estarían exactamente igual.

En cualquier caso aunque nuestra intención sea únicamente la de mantener un acuario con plantas sanas y que se desarrollen correctamente, siempre es necesario llevar a cabo un cierto mantenimiento, en tanto hay que tener en cuenta que, para las dimensiones de un acuario estándar, en la naturaleza se encontraría solo una o dos especies, y si se piensa en dejar crecer a las plantas sin restricciones, probablemente, por competencia por el espacio y los recursos, una especie acabaría por hacer desaparecer a las demás.

 

Tipos de plantas

Plantas de tallo

Para reproducir, a la vez que para mantener a raya el crecimiento de las plantas de tallo, suele realizarse un corte a modo de esqueje para volver a plantarlo en el sustrato. Aunque esta técnica es aplicable a todas las plantas clasificadas dentro de este grupo, pueden diferenciarse dos tipos de procedimiento a seguir con el esqueje y la base.

Por una parte se encuentran las especies que tienden a quedarse despobladas de hojas en las partes bajas del tallo, como por ejemplo las Cabomba, los Myriophyllum, las Limnophila, las Bacopa o las Rotala. En éstas lo más recomendable es replantar el esqueje de la parte superior remplazando la base, de forma que la plantación se va renovando continuamente. En la mayoría de los casos, mantener la base si se ha quedado sin hojas con la esperanza que forme brotes es bastante inútil, ya que estos tallos acostumbran a pudrirse.

Como segundo grupo pueden diferenciarse las plantas que producen brotes más fácilmente desde la base, y que de por sí acostumbran a presentar un crecimiento más arbustivo. En este grupo pueden englobarse las Hygrophila, las Ludwigia, la Heteranthera, el Hemianthus micranthemoides, el Micranthemum umbrosum y la Didiplis. La forma de proceder en este caso es utilizar el esqueje para ampliar el grupo y mantener la base con el fin de que rebrote y se consiga así una mayor densidad de plantas. En cualquier caso, aún en estas especies, es difícil que rebroten los tallos completamente deshojados y, así mismo, no suele ser posible podar una base más de una o dos veces, ya que tienden igualmente a perder su aspecto decorativo al ir despoblándose progresivamente de hojas, por lo que tarde o temprano los tallos más viejos deben ser igualmente remplazados por esquejes nuevos como sucedía con las plantas del primer grupo, aunque como ventaja general sobre éstas el trabajo de substitución no es tan continuo.

Plantas en roseta

Entre las plantas en roseta más representativas pueden mencionarse las Vallisneria, los Echinodorus y las Cryptocoryne. Al contrario que las plantas de tallo el crecimiento vegetativo (si no se tiene en cuenta el incremento en el tamaño de las hojas) es en sentido horizontal y no vertical como en las primeras.

En el caso de las Vallisneria – y de forma similar las Sagittaria – la reproducción se realiza mediante estolones, a través de los cuales la planta puede llegar a invadir todo el acuario. De esta forma, la manera de mantener estas plantas controladas consiste en ir eliminando los brotes que aparecen fuera del espacio delimitado para ellas y. preferiblemente, buscando el estolón - que en muchos casos está enterrado - para cortarlo, o si se está a tiempo, intentar redirigirlo hacia donde pueda interesar que se densifique el grupo. Cuando los grupos de plantas se han densificado demasiado lo más recomendable es ir quitando los ejemplares más viejos, para lo que siempre es necesario desenterrar con cuidado la base de la planta en cuestión, buscando posibles estolones que partan de ella para cortarlos antes de tirar y arrancarla; si se tira directamente de una planta que está todavía unida a otras, probablemente se acabará por llevarse la mayor parte del grupo.

Especialmente con las Vallisneria, suele pasar que las hojas rápidamente alcanzan la superficie y empiezan a enrollarse bajo esta, tapando la luz a otras plantas, lo que conlleva casi siempre la obligación de ir cortando las puntas de las hojas. Lo más recomendable sería escoger desde buen principio la variedad más adecuada para las dimensiones del acuario, ya que la poda continua de hojas es por una parte tedioso y por otra conlleva problemas para la planta, ya que en muchos casos provoca pudriciones.

 

Las Cryptocoryne, si el desarrollo es correcto, llegan a formar grupos muy densos; conforme estos se van densificando el desarrollo de los ejemplares es menor, dada especialmente la competencia por el espacio entre ellos. De esta manera, aunque en principio es posible ir separando hijuelos de la parte más externa del grupo hasta reducirlo, esta técnica puede conllevar un cierto riego de pudriciones, no tanto para la planta madre como para los hijuelos separados, que son difíciles de establecer individualmente. En este sentido lo más recomendable, aunque drástico, es desenterrar todo el grupo y dividirlo en porciones no excesivamente pequeñas; no se deberían separar los grupos en ejemplares individuales, el daño a los tallos y las raíces es mayor y proporcionalmente el riesgo de que aparezcan pudriciones a la vez que el reinicio del crecimiento es mucho más lento.

 

En el caso de los Echinodorus el mantenimiento de las plantas cuyo crecimiento es estable y no tienden a sobrepasar la superficie y crecer emergidas, se suele restringir a ir eliminando las hojas exteriores más viejas. Como se ha comentado para las Vallisneria, es importante escoger la especie o variedad en función de las dimensiones del acuario, el espacio que se quiera destinar a la planta y tener siempre en cuenta que, en algunas variedades, el impulso por desarrollar la forma emergida es imparable por mucho que pueda gustar el aspecto de las hojas sumergidas. Cuando las plantas alcanzan un buen desarrollo llegan a formar puntos focales muy destacados y es una lástima tener que substituir estos ejemplares porque en su mejor momento resulta que son demasiado grandes para nuestras preferencias. Por lo que respecta a la reproducción de los Echinodorus, exceptuando a las especies cespitosas como H. tenellum, que se mencionará más adelante, es bastante difícil – aunque no imposible – que aparezcan brotes laterales en la base de las plantas. En este caso es posible separarlos cuando tengan las hojas bien desarrolladas y al desenterrar ligeramente la base de la planta, se aprecien raíces propias en el brote. La separación es preferible que se haga cortando con un cuchillo antes que tirando por la fuerza. De una forma similar, los ejemplares muy grandes y con muchas hojas pueden dividirse en dos o tres plantas, aunque el riesgo de perder la planta es bastante alto y por lo tanto no es muy recomendable. Otra forma de reproducción es a partir de los hijuelos que aparecen sobre las inflorescencias en algunas especies y especialmente en algunos híbridos cultivados semiemergidos. Cuando las plántulas alcanzan un tamaño suficiente y presentan un sistema radicular desarrollado se pueden separar del tallo de la inflorescencia y plantar individualmente, aunque lo más seguro para conseguir que enraícen es – si la longitud y flexibilidad del tallo lo permiten- plantar directamente los hijuelos sin separarlos de la planta madre, manteniendo el tallo sobre el sustrato mediante piedras u otros anclajes.

 

Plantas tapizantes

Dentro de las plantas tapizantes se han agrupado numerosas especies con diferentes hábitos de desarrollo pero que comparten un porte pequeño y más o menos rastrero que permite su utilización para cubrir el sustrato u otros elementos en el primer plano del acuario.

En este grupo pueden mencionarse las Lilaeopsis y el Helantium tenellum. Aunque en principio el aspecto es parecido, la primera se caracterizada por extenderse a través de un tallo subterráneo a partir del cual se desarrollan las hojas de forma individual, mientras que en H. tenellum la planta crece en rosetas a partir de las cuales se van extendiendo los estolones, de forma similar a las Vallisneria. En ambos casos es difícil llegar a tener densidades demasiado altas ya que lo que precisamente se busca es una cobertura tan densa como sea posible, aunque con H. tenellum se pueden ir eliminando de vez en cuando los ejemplares más viejos, teniendo siempre mucho cuidado en no arrastrar con ellos a sus vecinos. Si se llegara a la situación en que las plantas presentan un desarrollo pobre aunque se haya seguido la pauta correcta de abonados, etc. la causa puede ser el debilitamiento progresivo de la población por un excesivo envejecimiento. En este caso lo mejor es remplazar todo el grupo, replantando los ejemplares más vigorosos en el caso del H. tenellum y grupos sanos de hojas en los Lilaeopsis.

 

Con las plantas de tallo utilizadas como tapizantes como es el caso del Hemianthus callitrichoides, el procedimiento para mantener un aspecto denso y bajo consiste principalmente en ir recortando los tallos que sobrepasen la altura deseada, a modo de topiaria, con el fin que la planta se ramifique más y acabe cubriendo toda la superficie. Cabe mencionar sin embargo que para se pueda mantener a largo plazo este crecimiento denso hace falta una iluminación potente y abonado con CO2; de otra forma, y por mucho que se poden los tallos, las plantas tenderán a estirarse hacia la superficie en busca de luz. En cualquier caso, cuando la plantación haya envejecido demasiado es conveniente renovarla completamente al igual que se mencionaba para los Lilaepsis y H. tenellum, ya que con el tiempo tienden a acumularse residuos bajo los tallos y estos se quedan despoblados en la base.

 

La poda tipo “topiaria” es igualmente necesaria en el caso de Riccia y de Vesicularia. Estas plantas suelen fijarse sobre un soporte mediante diferentes técnicas con el fin de conseguir una superficie verde homogénea sobre el sustrato. En el caso de Riccia es difícil mantener estas superficies a largo plazo, ya que las plantas no dejan de estar ancladas artificialmente y tienden producirse pudriciones en las partes inferiores que no reciben luz suficiente. Así, es necesario un recorte periódico a fin de mantener la superficie densa pero a la vez lo menos gruesa posible, con el fin de que la luz llegue adecuadamente a todas las partes de la planta, lo que acostumbra a ser una tarea bastante complicada. El musgo de Java se ancla por si mismo sobre las superficies y requiere una iluminación menos intensa que la Riccia, por lo que en este sentido es mucho más fácil de mantener. El problema procede en muchos casos de un desarrollo excesivo, ya que tiende a desbordar el espacio que tenía destinado, soltando a la vez fragmentos de tallo que se van enredándo en otras plantas o acaban taponando la succión del filtro. Aunque a veces se recomienda arrancar directamente porciones del excedente, es más recomendable recortar periódicamente su superficie para mantener un desarrollo compacto. En cualquier caso es siempre mejor un corte de puntas que un cambio radical.

Las Anubias, tanto en el caso de las utilizadas como tapizantes, como A. barteri var. nana, como en el de las gran porte, el crecimiento suele ser lento y son necesarios algunos años hasta tener que realizar una replantación de los ejemplares. Sin embargo, cuando la planta empieza a sobrepasar el espacio destinado para ella, es posible podar el rizoma y replantarlo sin ningún problema, utilizando incluso fragmentos de tallo sin brotes como esquejes, siempre y cuando estas secciones cuenten al menos con tres hojas cada uno. Contra más cortos sean estos fragmentos más lenta será la recuperación hasta alcanzar el tamaño de hojas normal. Al igual que con otras plantas de tallo, aunque no suele realizarse con las demás, puede estimularse la aparición de brotes laterales en plantas que tienden a crecer con un tallo único sin ramificaciones. Para ello se tiene que hacer un pequeño corte por encima de un entrenudo - vigilando de no seccionar totalmente el tallo – a partir del cual se desarrollará un brote o incluso más a partir de otros entrenudos anteriores. Al realizar este corte se disminuye la dominancia apical, al dejar el brote principal parcialmente de recibir todos los nutrientes.

 

Bolbitis y Microsorum

Los helechos Microsorum y Bolbitis se desarrollan a partir de un rizoma, habitualmente anclados sobre piedras o troncos. Las tareas de mantenimiento se limitan normalmente a eliminar las hojas más viejas y estropeadas. Si la planta se extiende por zonas no deseadas basta con cortar el rizoma por donde se crea conveniente y después desarraigarlo de la superficie con cuidado. Existe sin embargo un cierto riesgo de que no rebroten, especialmente en los rizomas más viejos, por lo que lo mejor a la hora de hacer la primera plantación es prever una zona amplia para el desarrollo de estos helechos, de forma que si uno de los rizomas se estropeara no implique que todo el grupo quede deteriorado. En el caso particular del helecho de Java suelen aparecer numerosas plantas adventicias sobre las hojas, a la vez que se detiene el crecimiento, cuando las condiciones han cambiado súbitamente o cuando la planta no acaba de establecerse adecuadamente en el acuario. Estas plántulas se pueden utilizar para propagar la planta y en muchos casos, especialmente cuando se adquieren plantas que se habían cultivado emergidas, resultan más fiables que intentar que arraigue la planta madre, aunque el desarrollo al principio suele ser muy lento.

 

Bulbos

La mayoría de los bulbos no suelen propagarse en el acuario y se acostumbran a tratar como a las plantas en roseta. En el caso de las Nymphaea normalmente el mantenimiento consiste más en intentar detener el crecimiento de hojas flotantes que en pretender reproducir la planta. La reproducción sin embargo no suele ser difícil a través de la separación de alguno de los hijuelos menores que acostumbran a desarrollar los bulbos. Normalmente a partir de los bulbos brotan  varias plantas, una de las cuales se desarrolla con más fuerza, compitiendo por los nutrientes del bulbo con los otros brotes que por lo tanto se desarrollan mucho menos. Estos hijuelos, si cuentan con raíces propias son capaces de crecer separados del bulbo en un sustrato rico para posteriormente desarrollar su propio bulbo de reserva. En otros casos sin embargo, al plantar el bulbo, éste produce numerosos brotes  y, sin que ninguno llegue a dominar por encima de los demás, forman un conjunto mucho menor de lo que sería esperable. Cuando se da esta situación es mejor eliminar algunos de estos brotes (o utilizarlos para propagar la planta) con el fin de conseguir que el brote que quede se desarrolle adecuadamente. Por lo que respecta a limitar el crecimiento de hojas flotantes, no siempre es fácil, aunque se corten cuando empiezan a aparecer; la opción más recomendable sería utilizar un sustrato más bien pobre y controlar los abonados alrededor de la planta con el fin de contener su crecimiento en esta fase, ya que el desarrollo natural de estos nenúfares consiste en desplegar primero las hojas sumergidas a partir del bulbo para posteriormente desarrollar las flotantes y florecer.

En el caso de los Crinum, cuyo desarrollo es siempre sumergido, el único inconveniente puede venir dado por una longitud excesiva de las hojas que tienden a enrollarse bajo la superficie como sucede con las Vallisneria. Aunque las hojas pueden igualmente podarse, a efectos prácticos, estéticos y de salud de la planta es mejor destinar para los Crinum acuarios suficientemente amplios desde buen principio. La reproducción en acuario a través de la aparición de bulbos secundarios a partir de los ejemplares plantados es muy lenta, por lo que es difícil tener que llegar a dividir un grupo.

 

Los Aponogeton son prácticamente la antítesis de una plantación estable en el acuario aunque no por ello dejan de ser muy decorativos. Cuando se planta un bulbo o rizoma, si está en buenas condiciones (y atendiendo siempre a las especies menos delicadas), tiende a crecer de forma muy rápida, produciendo hojas cada vez mayores hasta llegar a florecer, momento a partir del cual se estabiliza para ir progresivamente en regresión hasta volver al estado de bulbo. La floración puede ser utilizada para reproducir las plantas, ya que mediante la polinización manual con un pincel fino o algo similar casi siempre se consigue que se desarrollen frutos. Las semillas se puede dejar que germinen en el acuario aunque lo más recomendable es recogerlas cuando el fruto está maduro y sembrarlas sobre un sustrato rico y en un acuario con poca profundidad para ir incrementando el nivel del agua progresivamente conforme vayan creciendo. En otros casos, algunas especies de crecimiento más estable en acuario, y en particular A. rigidifolius, pueden formar plántulas sobre el rizoma o incluso sobre las inflorescencias, que se pueden separar cuando han formado un pequeño rizoma propio y tienen algunas raíces visibles.

Plantas flotantes

Prácticamente todas las plantas flotantes se comportan como invasoras en el acuario. Si bien hay algunas, como Eichhornia crassipes y Pistia stratiotes, que no son fáciles de aclimatar, una vez están bien establecidas tienden a colonizar toda la superficie disponible. La reproducción en este caso es más un problema que una ventaja, ya que suele ser muy rápida. El mantenimiento consiste pues principalmente en ir quitando algunas de las plantas sobrantes, lo que siempre es más fácil en el caso de las especies de porte mayor. Hay que tener bastante cuidado con la introducción de algunas especies como las lentejas de agua (género Lemna) ya que a parte de que requieren un mantenimiento continuo, son muy difíciles de erradicar totalmente del acuario una vez establecidas.

 

Conclusiones

Mantener un acuario con plantas sanas y bonitas, como se ha comentado, siempre conlleva un cierto mantenimiento, aunque en compensación conseguir reproducir algunas especies y ver crecer el jardín acuático acostumbra a ser bastante gratificante. Para los que se inician a veces puede ser demasiado engorroso, especialmente con las plantas de tallo, el proceso de poda y replantación de los esquejes, por lo que siempre es más recomendable empezar por una o dos especies de este tipo, completando la plantación con plantas en roseta y otras plantas de desarrollo lento como las Anubias. De esta forma, al ir ganado experiencia y práctica se podrán ir incorporando progresivamente nuevas especies, hasta conseguir cultivar y reproducir las más delicadas y exigentes.

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